viernes, 18 de abril de 2014

El vuelo a Europa (Primera parte - Ciudad de México)

24 de enero de 2014. No he podido dormir casi nada. Entre que pienso y no pienso solo he logrado dormir si acaso un par de horas. Veo mi reloj de pulsera, regalo de mi corazoncito (el cual me será de mucha utilidad pues además de darme la hora de México puede darme la hora de cualquier parte del mundo) e indica que son las 2:00 am. Así pues, sin poder dormir prefiero levantarme y dejar el hotel para irme al aeropuerto. Total, si voy a perder el tiempo en alguna parte con suerte puedo ver algunas aeromozas guapetonas y dejar esos 25 kilos de lastre debidamente documentados para el viaje.

Salgo del hotel a las 2:30 am. Camino los cien metros que me separan del hotel al cruce del boulevard para ingresar al aeropuerto por la sala de llegadas nacionales, de ahí tengo que subir por las escaleras eléctricas que me llevan al segundo piso y me dirijo hacia el mostrador de United Airlines. La idea que tengo es esperar ahí hasta que pueda documentar la maleta.

3:00 am.  Alcanzo las puertas corredizas de la sección de United Airlines.

"¿Que carajos?" Esa es la primera reacción y pensamiento que viene a mi mente. Si el día de ayer el lugar estaba tan solo como cementerio un lunes por la tarde, hoy a las 3:00 am es un hervidero de gentes. Las filas llegan casi a la puerta corrediza, por eso no la pude ver a tiempo. Con cara de incredulidad (en otras palabras con cara de pendejo) me acerco a la misma señito (la que el día anterior me había dicho que llegara tardecito, que al cabo no había tantos pasajeros) de información y le pregunto que qué pasa. Con cara de "¡Ah cómo hay gente tan preguntona!" me dice que lo que pasa es que por el mal tiempo en los Estados Unidos los vuelos están siendo retrasados y desviados y en algunos casos cancelados.

"¡Sacrilegio! ¡A la hoguera!" ¡Ah, caray! No, perdón. Me he dejado llevar por mi fervor. No es sacrilegio lo que pienso. La sangre se me va toditita del rostro. Entiéndame, hipotético lector de este diario. He viajado con anterioridad fuera del país (un par de veces a los United States), pero nunca tan lejos, así que lo nopal en mi rostro denota la duda que agolpa mi mente y que dice "¿Y ahora, qué chingaos hago?"

Sin embargo, mi abuelo que nunca me ha dejado solo aboga por mí. Un supervisor aparece y me pregunta que a donde me dirijo y a que hora. Saco mi hojita impresa con los datos de la reservación del vuelo. La mira y me dice: "No se preocupe, usted sale hoy. Por favor fórmese."

Hasta ese momento me doy cuenta de que, si hubiera hecho caso al consejo de la escuincla esa, lo más seguro es que hubiera perdido mi vuelo. Me formo con mi maletota. La fila avanza lentamente. Veo las caras de los viajeros, algunos de cansancio, otros de diversión, los más con cara de aburrimiento. Se nota que tienen muchas horas varados en México.

03:35 am. Estoy a la mitad del camino. Al parecer mi vuelo va normal. De acuerdo con mi reservación debo salir por United Airlines de la Ciudad de México, hacer una escala en la ciudad de Atlanta y de ahí salir a París.

03:46 am. Una gordita supervisora (o una supervisora gordita, como se les acomode mejor) camina entre los pasajeros verificando sus destinos. Llega a tres personas antes que a mi, verifica el boleto de uno de ellos y se lo lleva de la fila apresurada. Mi mente me dice "A este wey ya lo agarraron por terrorista". Pero no, sucede que su vuelo sale en diez minutos y si no se apura se va a quedar varado en México DF por un par de días más.

03:46 am. La gordita aparece nuevamente y verifica de nuevo desde el principio. Parece que su sentido de orientación ha quedado dañado con el caos que se vive. Resulta que, mientras esperamos algunos viajantes han sacado sus móviles (celulares, pues) y han averiguado que en los Estados Unidos se está viviendo un clima tan frío como no se ha visto en años, al grado que hay muchísimos aeropuertos cerrados por nieve, e incluso las famosísimas cataratas (las del agua, no las de los ojos) de Niágara han quedado congeladas. Al parecer por esta razón estamos detenidos así.

03:53 am. La gordita llega a mi y me pregunta a donde me dirijo. Con un aire de suficiencia, tratando de no parecer más nopal de lo que ya estoy le digo "A París". Me mira y me dice: "Bien. Lo cambiaremos a Nueva York". "What????" pienso, pero me quedo así sin decir nada. La gordita se va y ni siquiera me dice por que carajos me mandan a New York cuando mi vuelo dice claramente que salgo por Atlanta.

04:13 am. Finalmente he llegado al mostrador. Un empleado con cara de cansancio acumulado me pide mi reservación, mi pasaporte y la maleta. Sin ni siquiera explicarme que carajos pasa me entrega un pase de abordar y me dice que mi vuelo sale a las 5:30 am vía New York y que ahí tengo que hacer la conexión a otro vuelo de United para salir a París. Veo mi reloj y me horrorizo: Son las 4:13 y el vuelo aunque sale en una hora y cachito, aún tengo que pasar la revisión. Lo bueno es que ya no tengo que cargar esa horrible maletota, pues ya ha quedado registrada. Corro siguiendo las instrucciones que me han dado y llego finalmente en diez minutos a la salita de espera para el vuelo a New York.

04:25 am. ¡Uff! Ya estoy en la salita de espera. Puedo ver el avión esperándonos para abordar. Nos indican en la pantalla que el abordaje se llevará a cabo a las 5:00 am, lo que me da unos cuantos minutos para perderlos de la manera en que mejor me plazca. Decido que lo mejor es comer algo, pues no se que vaya a pasar después. Si algo aprendí en mi último trabajo es que, cuando puedas comer lo hagas, porque no sabes cuando acabes lo que estés haciendo. Me dirijo al restaurante más cercano y pido un desayunito (huevos revueltos, frijolitos, tortillitas, un café y un jugo de naranja por el que pago $115.00) Me lo como tan rápido como puedo y llego a la sala a punto de iniciar el abordaje.

05:13 am. Me ha tocado pasillo. A mi lado viajan un par de Belgas (sin albur) que han estado varados en la ciudad de México por cuatro días debido al clima. Ellos originalmente iban de regreso a su país natal Bélgica (de ahí lo de belgas, no por otra cosa, porque sí a esas nos vamos yo no presumo) pero el clima los ha desviado cada vez más. Originalmente viajaban de New York directo a Bruselas, pero el clima los envió de New York a Atlanta, de Atlanta al DF, del DF de regreso a New York y de ahí los enviarán al parecer a Münich para el último vuelo a Bruselas. Dejo de quejarme porque ellos sí que han estado amolados desde el principio.

05:25 am. Se ha cerrado la puerta del avión. Las señoritas Zapata nos piden que apaguemos celulares y nos abrochemos el cinturón. Nos empiezan a mostrar los procedimientos de seguridad.

05:28 am. El capitán cuyo nombre no recuerdo nos pide que permanezcamos sentados mientras las luces indiquen eso. Al avión lo han empezado a sacar del área para iniciar el carretaje hacia la pista. En mi pancita empiezo a sentir esa sensación tan familiar que precede al despegue. Mentalmente empiezo a despedirme de todos mis seres queridos y a encomendarme para este nuevo episodio de mi vida.

05:30 am. El avión está en posición para el despegue. Los motores rugen mientras le dan la luz verde al piloto.


05:32:12 am. De pronto los motores cobran vida y la aceleración me hunde en el asiento. Definitivamente, si pensaba en rajarme ya valió. Ya no puedo salir de aquí y menos rajarme. Cada vez me siento más y más hundido en mi asiento. Han pasado unos segundos y de pronto lo siento...

05:33 am. ¡He dejado de pisar México! La aceleración me hunde más y más mientras el enorme pájaro de fuego se eleva. En un ángulo de 38° nos vamos hacia arriba, los segundos pasan, pero finalmente he dejado mi suelo amado. Dijera no mi compadre, sino el gran Sherlock Holmes:  Comienza el juego.

24 de enero de 2014
Ciudad de México

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