viernes, 18 de abril de 2014

Saliendo a México

Mi entidad ya no es el ranchote que era cuando llegué a vivir a ella hace cuarenta años. En mis mocedades se decía que Zacatecas solamente tenía dos estaciones: La de invierno y la del ferrocarril. Sin embargo, al paso de los años el progreso ha dejado sentir sus pasos en el estado y ahora cuenta con más infraestructura de la que tal vez quisiéramos. Así pues, ya desde hace algunos buenos años contamos con un aeropuerto que ha ido creciendo para ser, de un humilde cacho de pista para avionetas a un flamante aeropuerto internacional (internacional porque al menos realiza un vuelo a Los Angeles, California).

Preparado mi vuelo de Zacatecas al Defectuoso (1) salí una mañana fría del 23 de enero de 2014 a las 11:00 am. Abordé el vuelo de Interjet, un bonito avión blanco como la nieve. No es sin embargo la primera vez que abordo un avión. Siempre que subo a uno no puedo evitar el sentirme un poco nervioso. Supongo que es esa sensación de perder el poco control que tengo en mi vida y que éste quede a manos de una persona que no conozco y que es el responsable de acelerar el ave de metal hasta 250 Kms/h, tirar de los mandos y elevarnos a 18,000 pies.

No se por qué también, Zacatecas se especializa en tener bolsas de aire. Desde que viajé por primera vez en un avión desde el Aeropuerto Internacional Leobardo C. Ruiz (Zacatecas, pues), siempre, siempre, siempre he sentido esas llamadas bolsas de aire. El avión cae unos cuantos centímetros cuando la sustentación del avión se pierde por la diferencia de presión entre un punto y otro, lo que ocasiona que se sienta como si el avión quisiera que dejaras tus tripas en el techo o en el piso.

Sin embargo, el vuelo se llevó con todo, en buen tiempo y forma. Las señoritas de apellido Zapata (nuevamente léase la obra de Fernando Rodríguez Lapuente: Dijera mi compadre, porque no pienso explicar el por qué de mi comentario) fueron muy amables. Una cerveza a medio día (Corona), unas papitas (de hecho dos paquetes, supongo que les caí bien, porque generalmente solo te dan uno) y la visión enfrente de mi en unas pequeñas pantallas que te muestran el despegue y el aterrizaje del avión, así como todo el vuelo fueron una excelente compañía.

Finalmente, después de unos buenos 55 minutos empezamos a sentir el descenso del aparato (no sean mal pensados, del avión pues). Aparece enfrente de mi la conocida figura del monstruo que es el Distrito Federal, la ruta conocida del avión que pasa muy, pero muy cerca del World Trade Center, tan cerca que casi casi sacas la mano y sientes el techo del edificio, hasta que finalmente aterriza en la pista del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México Benito Juárez. Curiosamente el aterrizaje es tan suave que ni siquiera se siente cuando las llantas tocan tierra. Yo sí le aplaudí al piloto, pero el resto de la gente (bola de nacos) ni siquiera un gracias.

Al momento de aterrizar en la Ciudad de México hago un pequeño recuento. La aventura ha iniciado ya. No hay vuelta de hoja. Voy en busca del Vellocino de Oro, y no hay marcha atrás. He dejado hace apenas unos minutos mi tierra por tantos años y ahora estoy a unas horas de dejar mi país.

¿Saben lo que se siente? Aún no puedo encontrar las palabras adecuadas para representarlo. Es como si una parte de ti te dijera "¡Sí, vete!" y la otra te diga "¡Estás muy wey! No te vayas". El peso que se siente en el alma no se puede describir. La cantidad de imágenes que pasan por tu mente igual. No se cuantas veces pensé y pensé y de pronto me di cuenta de que ya no pensaba (¡Qué filosófico! ¡Qué profundo!)

Después de dejar la aeronave me dirijo al carrusel 14, donde al cabo de unos quince minutos empiezan a aparecer las maletas. Ah, olvidaba decir algo. Mi madre insiste en que tengo que llevarle a mi hermana unas "cuantas" cositas. Mi maleta tiene capacidad para unos 25 kilos de carga, de los cuales solamente 4 corresponden a mis cosas (tres pantalones, cuatro camisas, cuatro juegos de ropa interior calcetines incluidos, un sueter y unos zapatos) y el resto son: Harina de Maiz, salsas, chiles en conserva, dos botellas de tequila y una de mezcal, papeles, y no se que tanta cosa más, el chiste es que la dichosa maleta pesa como si llevara en ella escondido un polizonte, además de que es una maleta vieja, que cuesta mucho maniobrar. Creo que a partir de ahí mi destino queda sellado. Las maletas que usaré en el futuro serán de esta manera.



Yo había sugerido utilizar una típica maleta de campamento, la cual estoy acostumbrado a llevar, pero nooooo, me dicen que tengo que usar esa maleta porque es más fácil de llevar. Se nota que no son ellas las que la tienen que agarrar. Pues, finalmente estoy en el defectuoso, llevando 21 kilos que no son míos, 4 que sí, y me dirijo al hotel donde pasaré la noche, porque mi vuelo sale al día siguiente a las 6:00 am.

Como precaución decido visitar el mostrador de United Airlines, línea que usaré para viajar a Europa al día siguiente y comprobar con cuanto tiempo de anticipación tengo que estar para documentar los 25 kilos que ando cargando. Al llegar al mostrador no veo ningún alma en el sitio, está totalmente solo. Una increíble sensación de paz me inunda. Me digo a mi mismo: "Mi mismo, si así está mañana el vuelo será tranquilo". Una amable señito (para no entrar en discusiones si es señorita o señora) me indica que puedo estar con una hora de anticipación, debido a que no hay muchos vuelos. Le agradezco y sigo mi camino. De pasada compro un par de cajetillas de cigarros, un encendedor, una cerveza y salgo del aeropuerto con rumbo a mi hotel, llamado "Posada Aeropuerto".

Hago un paréntesis para hacer un comercial gratuito: El hotel posada Aeropuerto es económico, limpio y cercano al aeropuerto, si acaso unos cien metros cruzando el boulevard. Cierro paréntesis.

Llego a mi hotel, compruebo la reservación y me dispongo a descansar el resto del día, a ordenar mis pensamientos, a ver televisión, a hablar y despedirme de mis seres queridos. Hago algunas pausas para fumarme un cigarrillo y beber mi cerveza.

Finalmente dan las 10:00 pm y considero que ya no es prudente salir a ninguna parte. He comprado antes unas cosillas para cenar y me dispongo a descansar. Antes decido que es importante bañarme esa misma noche para no andar a las carreras al día siguiente. Si mi vuelo sale a las 6:00 am y con lo que me dijo la señito del mostrador, creo que si llego a las 5:00 am será una buena hora. Así que deberé despertarme a las 4:00, arreglar maleta, entregar la llave y llegar al aeropuerto con buen tiempo a documentar.

Son las 11:00 pm cuando me acuesto en la cama y me dispongo a dormir.

23 de enero de 2014
Ciudad de México


1 - Para el hipotético lector que no comprenda esta jerga verbal, le explicaré que la Ciudad de México recibe el nombre de Distrito Federal, abreviado como DF. En jerigonza se dice DeFectuoso. Nota del Autor (¡Ay wey! Me sentí como J.J. Benítez y su "Caballo de Troya")

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